Me gusta mucho el pescado en cazuela. Es un estilo de cocina que aprendí de mi madre. Recuerdo que ella hacía caldeiradas de varios pescados (rape, merluza, rubio, ..) y recuerdo también que fueron esas caldeiradas las que consiguieron quitarme mi pijismo de niña pequeña de «no-me-gusta-el-pescado».
Pues sí, no me gustaba el pescado, ni tampoco el queso… sólo el de bola aquel rojo…. Así que a mi podríais decirme con mucha calma aquello de «quién te ha visto y quién te ve…»
No me gustaban, pero me lo comía igual, porque mi madre utilizaba aquellas dos frases demoledoras de «La palabra no me gusta no existe en esta casa…» y la archiconocida «hasta que te lo comas no te levantas de la mesa»…. Así que comía pescado desarrollando técnicas depuradísimas de comer sin saborear (no me preguntéis cómo… pero lo conseguía….) y tragar el bolo a toda prisa.
Pero el día que mi madre decidió preparar la primera caldeirada, ese día se me pasó la tontería de golpe…. Que buena combinación, que buen saborcito y que salseo más descarado…. El ejemplo más práctico de toma-pan-y-moja.
¿Que cuando se me pasó lo del queso? No tengo ni idea… solo sé que ahora  podría opositar a ratón.
Recuerdo muchos domingos y otras fiestas de guardar metida en la cocina con mi madre preparando caldeiradas y otros platos de lo más variopinto, me encantaba, tanto prepararlos como comérmelos, y ahora me traen unos recuerdos muy especiales.
Y sí, me ha apetecido compartirlo con vosotros, aquí lo tenéis.

Ingredientes (para 2 personas):

  • Una cola de rape (le pedís al pescadero que os quite la piel, os la limpie bien y os la ponga en toros).
  • 250 grs. de almeja babosa (o cualquier tipo que se vuestro favorito).
  • Una cebolla.
  • Un diente de ajo.
  • Una lata de guisantes.
  • 2 dedos de profundidad de un vaso de nocilla de vino blanco. En nuestro caso fue un condado de la bodega La Val «La Val más que dos», que luego aprovechamos para maridar el plato.
  • Otros dos dedos de profundidad del vaso de nocilla de agua o caldo de pescado, lo que tengáis.
Lo primero será pelar el ajo y la cebolla. El ajo lo cortamos en láminas gruesas y la cebolla en trocitos pequeños. En el fondo de una buena cacerola ponemos un chorro de aceite de oliva suave 0,4º hasta cubrir el fondo. Ponemos a fuego medio bajo (5 de 9) con las láminas de ajo y cuando esté caliente y el ajo empiece a dorarse echamos la cebolla. Salamos ligeramente.
Los toros de pescado bien limpios los salamos y los pasamos por un plato con harina. Sacudimos el exceso de harina.

Cuando la cebolla ya esté pochada añadimos los toros de pescado. Dejamos que cojan color blanco un par de minutos por un lado y damos la vuelta. Dejamos otro par de minutos por el otro lado.

Echamos el vino con el agua y subimos un poco el fuego para que evapore unos minutos.
Pasados estos minutos añadimos las almejas bien limpias y tapamos. Dejamos a fuego medio bajo.
Dejamos unos 10 minutos moviendo la olla de vez en cuando a fuego suave y abrimos pasado el tiempo para comprobar que el pescado está tierno y las almejas abiertas (las que no hayan abierto a la basura).
Añadimos los guisantes y retiramos del fuego. El plato está listo para servir.
En mi caso lo acompañé de unas patatas panadera, pero podéis guisar las patatas en la propia cazuela del pescado, un recurso muy utilizado por mi madre, o hacer un buen puré…. lo que os pida el cuerpo.
Ya os digo que nosotros lo maridamos con el mismo vino que usamos para el plato: un vino de condado de vodegas La Val, el «La Val más que dos» compuesto de Albariño, Treixadura y Loureiro.
Poco más compañeiros, aprovechad el fin de semana para cargar las pilas y recordad que «Hay que andar que también anda el Alsa».
Sed buenos.
Tito al moro!!!

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