Llegó el entroidooooooooooooooooo….. y con él mi postre favorito de estas fechas: las orejas. Os voy a dejar una pequeña introducción que curiosamente encontré en la página de Repsol.

«En unas fechas en las que las frías temperaturas invitan a alimentarse al amor de la lumbre llega el Carnaval, la fiesta de exaltación de la carne. En Galicia, el entroido, como se llama al carnaval en esta tierra, cuenta con una cocina propia, basada en el cerdo como ingrediente indispensable. Sin duda, herencia de la tradición secular imperante en Europa, de abastecerse de la carne de este animal.
Después de haber dado cuenta de una suculenta mesa, llega el momento de los dulces, entre los que se encuentran delicias propias de estos días: son las típicamente gallegas filloas (similares a las crêpes), el bandullo (un pastel a base de miga de pan, almendras y pasas), las flores y sobre todo, las orejas de Carnaval.
Las orejas se hacen mezclando harina, huevos, alguna grasa tipo mantequilla o aceite, anís, cáscara de limón….
Esta variedad de postre, se puede acompañar de un vino blanco dulce con Denominación de Origen Rias Baixas de la variedad albariño o algún vino de moscatel, aunque también es posible decantarse por un orujo.»

Ingredientes:

– 1 pocillo de aceite de oliva.
– 1 pocillo de leche.
– 1 pocillo de vino blanco.
– 500 grs. de harina.
– 2 huevos.
– una cucharilla de pocillo de sal.
– 3 cucharillas de pocillo de royal.
– cáscara de limón.
– esencia de anís.

Preparación:

Un rato antes de ponernos a hacer las orejas freímos el aceite de oliva con las cáscaras de limón a fuego suave. Apartamos y dejamos enfriar.

A partir de este punto podemos distinguir, para hacer la masa entre preparación tradicional (como las había hecho hasta ahora) y preparación con panificadora (como las hice esta vez).

En la preparación tradicional simplemente hacemos un volcán con la harina, la sal y el royal y añadimos en el medio el huevo, la leche, el vino blanco y la esencia de anís. Vamos amasando e incorporando poco a poco el aceite (no lo he dicho pero hay que sacarle las cáscaras de limón). Amasamos hasta obtener una masa elástica y homogénea.

Con la panificadora: ponemos la leche, el huevo batido, el vino blanco, la esencia de anís, la sal, el aceite de oliva y por último la harina. Conectamos el programa de amasado (en la cocinera el 13) y dejamos que vaya amasando. Si vemos que la masa no se despega de las paredes de la cubeta eso quiere decir que le falta harina, se la añadimos poco a poco hasta que se despegue.

Una vez hemos obtenido la masa por cualquiera de los dos métodos la dejamos reposar unos 15 minutos.

Una vez ha reposado la masa la estiramos hasta hacerla muy finita (en las fotos veis que incluso se ve el marmol a través de la masa…. cuanto más finitas más crujientes y más tiempo tardan en reblandecerse…). Las cortamos haciendo unos rectángulos muy irregulares o las cortais vosotros como más os guste…. lo bueno de las orejas es que no hay patrón establecido 😉

Las orejas se fríen en abundante aceite de oliva hasta que se doran por los dos lados. Yo para que escurran bien las voy pasando a un escurridor y luego a una fuente con papel absorbente.

Una vez fritas y escurridas vamos colocándolas en una fuente y espolvoreandolas con azúcar normal o glas (yo les puse azúcar glas) y con canela (yo no le puse).

He de deciros que esta es, con diferencia, la masa de orejas que más me ha gustado de todas las que probé a hacer y la que hago desde hace tiempo. Os animo porque es muy facil y quedan deliciosas… crujientitas crujientitas… eso sí… yo hago la mitad de la masa de esa receta que os he puesto, divido todos los ingredientes exactamente a la mitad y me salen dos bandejas hermosas como la de la primera foto.

Si me animo a hacer toda la masa sólo frio la mitad, y la otra mitad la congelo después de que haya reposado y la utilizo de un año para otro sin problemas.

Nena gutan las orejas…….

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