«No hay peor miedo que el que construye uno mismo»

                                                                  Anónimo.

Ya el otro día os hablé de Begoña, de Las Recetas de Marichu… y las mías. Fue en esta receta de Salpicón de aguacate y langostinos, que publiqué para un concurso que Bego había organizado. Ya en ese post os comenté lo buenísima persona que me parece, gracias al intercambio de emails y comentarios que he podido tener con ella. Hoy me gustaría resaltar además, por si no quedó claro en ese post, que Begoña, además de magnífica persona, tiene un blog que te saca los ojos de las órbitas. Yo soy lectora habitual y a cada receta que publica, me dan ganas de salir corriendo para Nerja y pasar un mes con ella aprendiendo…. Estos días, sin ir más lejos, está publicando unas maravillas hechas con fondant y pasta de azúcar que merece la pena ver. Echadle un ojo a su blog, seguro que os quedáis de seguidores, como yo.
Yo en concreto tengo fichados varios aperitivos que ha preparado, y que sé que en mi casa van a triunfar. Esta tarta de cebolla era uno de ellos, y estaba de los primeros en mi lista de prioridades. Sabía que iba a ser un auténtico éxito. Por si fuera poco, en el tiempo en el que esta receta estuvo en la lista de mis deberes, mis amigos Carlos y Lola, de Mercado Calabajío, también la prepararon y publicaron la receta… Por si me pareciese que la receta no tenía ya suficientes puntos.
Así que este fin de semana me dije: de hoy no pasa. Y me puse manos a la obra. Aunque tengo que confesaros que la masa de la tarta salada, me salté la receta de Bego y preparé esta otra de Su, de Webos Fritos, porque la había publicado hacía poquito y me había llamado un montón la atención.
El otro cambio que introduje, ya en el relleno, fue poner un brick de nata (kaiku sin lactosa) en vez de la leche evaporada. Lo hice porque mi hermana tiene temporalmente restringida la lactosa y así la podía comer sin problemas. También cambié la pimienta blanca por negra, pero esta ya fue una cuestión más logísitca que otra cosa.
¿El veredicto? Sensacional, tanto la tarta en sí como la masa. Mi padre y mi cuñado, que fueron los primeros en probarla antes de que la tarta pasase a «gabinete de prensa» dijeron que era una auténtica delicatessen. Y la verdad es que estaba sensacional. Suave, a pesar de llevar tantísima cebolla, fina y deliciosa. Así que mi más sincera enhorabuena a estas dos fantásticas cocineras, ambas baza segura cuando quieres triunfar con un plato.
Si queréis ver la receta de la tarta de Bego pinchad aquí.
Si queréis ver la receta de la masa de Su pinchad aquí.
Para saber como he preparado mi versión de la tarta seguid leyendo 😉

Ingredientes para la masa:

  • 250 grs. de harina de repostería.
  • 5 grs. de sal.
  • 10 grs. de azúcar.
  • 125 grs. de mantequilla blandita (la sacaremos de la nevera un par de horas antes de hacer la masa).
  • 1 huevo.
  • 40 grs. de agua muy fría.

Ingredientes para el relleno:

  • 1 kg. de cebollas.
  • 150 grs. de bacon (yo lo compré en charcutería en lonchas, que es como más me gusta).
  • 4 huevos.
  • 1 lata de leche evaporada ideal (yo puse un brick de 200 ml de nata kaiku sin lactosa)
  • 50 grs. de queso emmental rallado.
  • Aceite de oliva suave (0,4º)
  • Sal
  • Pimienta blanca (yo puse pimienta negra).

Lo primero que tenemos que preparar es la masa, ya que tendrá que reposar en el frigo y llevar un horneado previo antes de añadirle el relleno, así que metamos las manos en la masa.

Ponemos la harina en un bol amplio y hacemos un volcán con ella, agujero en el medio incluído. En ese agujero ponemos el huevo, la mantequilla cortada en cuadraditos, la sal y el azúcar.
Mezclar los ingredientes del medio con las manos.
Añadir el agua y amasar hasta conseguir una bola que no se os pegue a las manos. Ojo que al principio parece que es mucha harina, pero la masa la va absorbiendo bien, así que amasad con paciencia.

Una vez obtenida nuestra bola, la envolvemos en papel film y la metemos al frigo una hora.
Pasado este tiempo la sacamos de la nevera, la ponemos entre dos papeles vegetales y la amasamos hasta conseguir el grosor deseado (yo calculo que la dejé de unos 3 mm de grosor).

Untamos con mantequilla el molde que más os guste (el mío era redondo, de borde rizado y 28 cm de diámetro) y ponemos dos tiras de papel vegetal en cruz, que sobresalgan del molde, para luego desmoldar bien. Si preparáis la tarta en un molde desmontable podéis ahorraros este paso.

Colocamos la masa sobre el molde y cortamos con un cuchillo la masa que nos sobre.

Ponemos un papel vegetal por encima y unas legumbres o pesos de cocina (o mezcla de ambas, como en mi caso) para que la masa no se despegue mucho al hornearla. Por cierto que, con las manos, apretadla contra los bordes todo lo que podáis. Yo lo hice y aún así se me despegó un poquito, ya veréis.

Precalentamos el horno a 180º y cuando coja temperatura metemos la masa y la dejamos 15 minutos. Pasado este tiempo la sacamos, retiramos el peso que le hayamos puesto y, si queréis, podéis meterla al horno (sin relleno) 5 minutos más. Yo me salté este paso y le puse directamente el relleno. Aún así salió crujiente y bien hecha.

Para el relleno lo primero será pelar el kilo de cebollas y cortarlas en juliana. Yo desempolvé la mandolina (esta vez no nos lesionamos ninguno con ella) y la corté en aros.

Cubrimos el fondo de una sartén con aceite y la llevamos al fuego. Cuando esté caliente añadimos las cebollas y dejamos hacer a fuego medio (6 de 9 en mi vitro).

Mientras limpiamos el bacon (yo le quito un poco de la grasa que está en el extremo con la piel y los huesecillos duros que tiene en la parte interior). Troceamos en tiras finas.
Cuando la cebolla empiece a estar transparente añadimos las tiras de bacon y rehogamos 5 minutos más.

En un bol batimos los huevos. Cuando estén bien batidos añadimos la leche evaporada (nata en mi caso), queso rallado, sal y pimienta e integramos bien.

Escurrimos de aceite en un colador la mezcla de bacon y cebolla y se la añadimos a la mezcla de huevos. Se lo ponemos a la masa que hemos horneado e introducimos a 180º hasta que esté doradita por encima (yo la tuve 40 minutos).

Sacamos del horno, dejamos templar, desmoldamos y la servimos tibia.

Como ya os he comentado, la tarta resulta un aperitivo de lo más exquisito, así que no dudéis en prepararlo para cuando tenéis invitados. Si os da miedo el tema de la masa (aunque os digo que es muy sencillo) podéis simplificar la receta comprando una masa quebrada, que por otro lado también dan muy buen resultado (no saben como las caseras pero están buenas y reducen tiempo, que es un detalle muy importante).
Os pongo un corte de la tarta para que os entre el hambre que tengo yo cuando vuelvo a pensar en esta tarta.

Y por hoy os dejo, que ya ha sido bastante. Que tengáis un buen fin de semana, sed buenos y …… Tito al moro!!!

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