No sé si alguna vez os he contado que tengo dos archivos de recetas pendientes. Los llamo «Dolce» y «Salato». Muy gráfico, sí, me gustan los nombres que lo dicen todo, como cuando tuve dos peces y les llamé Peixín y Xoubiña (el gallego de pececito y jurelito).
En fin, que cuando veo alguna receta que me llama la atención la paso al archivo correspondiente y a medida que las voy haciendo, si me gustan van al blog y si no, no…. En cualquier caso las elimino del archivo. Solo están las que todavía no he preparado.
Total, que hace algo más de un mes, la increíble Su, de Webos Fritos, publicó esta receta en su blog. Yo ya ni me molesté en pasarla a «Dolce», la imprimí, me la guardé en el bolso y me juré haré hacerla ese mismo finde.

Claro que ya sabéis que pasa, hoy por ti, mañana por mi, y los días pasaron cagando virutillas y tardé un poco más de lo que me habría gustado en prepararlos…. Pero aquí los tenéis.
He de reconocer, que aunque quería preparárselos al mayor fan que conozco de estas galletas tenía dudas de como iban a quedar. Pero me llevé una pedazo de sorpresa con estos muffins.
Los trocitos de galleta se funden con el resto de la masa, y aunque a la vista se distinguen perfectamente, y cuando saboreas el muffin también, a nivel textura quedan exactamente igual que el resto del bollo. Es decir, pierden su textura crujiente para mimetizarse con su entorno… Es posible que haya que otorgarles el primer premio en materia de Responsabilidad Social Corporativa…
El muffin queda ligero y con un suave sabor a chocolate en el que de vez en cuando notamos los matices de las galletas….
Otro detalle fundamental es que están absolutamente tirados de hacer, así que ya sabéis, no tenéis excusa para no poneros a ello, os aseguro que la receta no os defraudará.

Por cierto, ¿os gustan las cápsulas de los muffins? Las hice yo misma comprando el papel en «En caja y papel» una tienda que tiene unas monadas impresionantes para todos los que os gusten las manualidades relacionadas con el papel… Está en Vigo, en la calle Simón Bolivar número 15.
Nada más, os dejo con la receta. De verdad os digo, están impresionantes…..

Ingredientes (6 muffins hermosos):

  • 120 grs. de harina floja de repostería.
  • 16 grs. de levadura de repostería (tipo Royal).
  • 75 grs. de azúcar.
  • 25 grs. de cacao en polvo sin azúcar.
  • 1 huevo XL (o 2 medianos)
  • 1 yogur natural (por cierto que el mío era azucarado porque no tenía otro y no le sobraba para nada)
  • 2 cucharadas soperas de leche (yo la tenía desnatada y fue la que puse)
  • 3 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra (yo puse suave).
  • 6 galletas Príncipe®
Lo primero será poner el horno a precalentar a 180º calor arriba y abajo o ventilador (o todas las anteriores son correctas).
En un bol ponemos todos los ingredientes secos: la harina tamizada, la levadura, el azúcar y el cacao. Mezclar cuidadosamente con una cuchara.
En otro bol ponemos el huevo con el yogur, la leche y el aceite. 
Mezclamos con una varilla hasta que se integre bien.
Volcamos el cuenco de los ingredientes secos en el de los líquidos y mezclamos lo justo para que se integren. No mezcléis la masa en exceso, sino le quitaríais jugosidad a los muffins.
Partimos las galletas en trozos no demasiado pequeños y las integramos en la masa.

Llenamos los moldes de muffins hasta 3/4 de su capacidad.
Horneamos unos 25 minutos, retiramos del horno y ponemos a enfriar sobre una rejilla.

Es verdad, y os lo digo porque no me pude aguantar, que estos muffins todavía algo tibios del horno están absolutamente espectaculares.
Si os van a durar mínimamente (no creo) es mejor que los conservéis en una caja de lata, para que no pierdan su jugosidad.
Bueno ya me contaréis si os animáis a prepararlos, de verdad que merece la pena, es un bollo muy original y resultón, además el hecho de que las galletas se noten en sabor pero no en textura llama muchísimo la atención.
Poco más lechones, tocará empezar con las recetas navideñas, ¿no?
Ya sabéis, no seáis demasiado buenos y…. Tito al moro!!

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