Y aquí llego yo, con retraso, como siempre, con la receta de buñuelos de viento rellenos de trufa que preparé el finde. Es por si alguien no los hizo y se quedó con el mono, vengo yo a calmar al colectivo 😉
La receta es de la grandísima Su, de Webos Fritos, ya os he hablado de ella en muchísimas ocasiones, aunque no necesita presentación; todos conocéis ya su blog y su trayectoria, así como los dos pedazo de libros que ha publicado (la menda los tiene los dos en la estantería).
El caso es que mi tía comentó «Vas a hacer buñuelos de viento? Me apetecían….» y claro, como yo quiero ser la chichi de todo el mundo y mi tía presume de que cocino de maravilla no me pude negar. Y buscando por internet me encontré con la receta de Su y me dije «imposible fallar con esta» y acerté. La masa es muy ligera y delicada (de sabor) y la trufa muy suave, combinan muy bien y no resultan nada pesados. Palabra de cualquier miembro de mi familia que les dieron paso. Fijaos que hasta me sobró una poca de trufa y se dedicaban a coger el buñuelo y petarlo de trufa con la manga…. Sin comentarios 😉
¿No tienes curiosidad por saber como se preparan? Anímate, aunque ya no sea día de todos los santos seguro que tu entorno cercano te lo agradece igual, ya me dirás que te parecieron 🙂

Ingredientes:
Para los buñuelos (salen sobre 24)

  • 200 ml. de leche.
  • 90 ml. de agua.
  • 50 grs. de azúcar.
  • 50 grs. de mantequilla.
  • 5 grs. de sal.
  • la cáscara de un limón (sólo la parte amarilla).
  • 150 grs. de harina de repostería (floja).
  • 4 huevos pequeños o 3 grandes (yo usé 3 hermosos caseros).
  • una cucharada de postre de levadura química tipo royal.
  • azúcar glas para espolvorearlos.

Para la trufa

  • 200 ml. de nata para montar con más del 35% de materia grasa.
  • 2 cucharadas de azúcar glas.
  • 2 cucharadas de cacao en polvo (yo usé el Valor sin azúcar desgrasado).

Para hacer la masa de los buñuelos pondremos en un cazo el agua, la leche, la mantequilla, el azúcar, la sal y la cáscara de limón.

Llevamos a ebullición mezclando de vez en cuando para que se integren los ingredientes.

Dejamos hervir un minuto para que se aromaticen los ingredientes con la cáscara de limón y retiramos ésta del cazo.
Agregamos toda la harina de un golpe, retiramos del fuego y mezclamos bien con una cuchara de madera o espátula, hasta que la masa sea compacta y se os despegue de las paredes de la olla (perdonad que no tenga las fotos del momento añadir harina pero estaba sola en la cocina y no me daban las manos).

Dejamos enfriar.
Mientras enfría podemos ir preparando la trufa.
Montaremos la nata, que debe de estar de la nevera, con un batidor de varillas (podéis hacerlo a mano con la varilla pero os llevará algo más… eso sí, después no os hará falta gimnasio… jejeje).
Cuando empiece a coger consistencia añadimos las dos cucharadas de azúcar glas y cuando esté completamente montada añadimos las dos de cacao y mezclamos con mucho cuidado sólo hasta que el cacao se integre.

Reservamos en la nevera (yo ya la metí en la nevera dentro de la manga pastelera).
Una vez fría la masa de los buñuelos vamos añadiendo los huevos.
Añadimos uno y lo integramos con la cuchara o espátula… con paciencia que sobre todo el primero le cuesta absorberlo. Sólo añadimos el siguiente cuando ese esté completamente integrado.

Cuando hayamos mezclado bien todos los huevos añadimos el royal y mezclamos con la cuchara.

Sólo queda freír los buñuelos.
Cogemos un cazo y le ponemos abundante aceite de oliva suave (sí, podéis freír con aceite de girasol). Yo siempre que voy a freír algo con aceite de oliva uso un truco que me enseñó mi madre para quitarle ese sabor tan fuerte característico de él y que funciona: poner dos trozos de pan en el aceite. Nos sirve para dos cosas: consigue que la fritura sea mucho más suave a nivel sabor y os ayuda a saber cuando el aceite está caliente (cuando el pan empiece a dorarse).

Cuando el aceite esté caliente (sin pasarse que los buñuelos tienen que hacerse por dentro, yo lo tuve al 7 de 9 durante la fritura, para calentarlo al 8), con dos cucharitas de postre cogemos porciones de masa y las vamos echando en el aceite. Nunca más de 4 buñuelos a la vez en el aceite para que no se le baje demasiado la temperatura.
Resulta que los buñuelos son unos cachondos y en general (salvo algún vaguete que siempre hay) se van dando la vuelta ellos solos. En cualquier caso vamos controlándolos hasta que estén doraditos. En ese momento escurrimos bien los buñuelos y los pasamos a un escurridor y luego a papel absorbente.

Dejamos enfriar.
Cuando tengamos todos los buñuelos fritos les hacemos un corte en el medio (sin llegar hasta el final del buñuelo, es decir, sin partirlos en dos).
Con la manga pastelera y una boquilla rizada los rellenamos con la trufa y los espolvoreamos con azúcar glas.

Listos para servir.

Por cierto que he descubierto este finde el porqué del nombre de este postre…. sin atender a ninguna referencia lógica y solo con mi imaginación he llegado a la conclusión de que es porque parece que se los lleva el viento de la mesa… Ya me contaréis.
Ya sabéis lechones, pasad una buena semana y no le déis muy duro. Tito al moro!!

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